A lo largo de la historia se encuentran diversas manifestaciones culturales que aluden al sentido de lo cómico en el ser humano. Estas formas de expresión concuerdan en un denominador común, se trata de un personaje que divierte, perturba y provoca risa. Sea bufón o payaso su fin es desmitificar conductas, reglas y normas sociales y/o culturales.
"El clown data de muy lejos: antes del nacimiento de la Comedia del Arte existía ya. Se puede decir que las máscaras a la italiana nacieron de un matrimonio obsceno entre juglaresas, fabuladores y clowns, luego, tras este incesto, la "comedia" parió decenas de clown diferentes" (Darío Fo: Manual Mínimo del Actor).
Con el correr de los años el lugar donde el payaso vive una gran evolución de su trabajo logrando asi la categoría de oficio es en la pista de circo. A pesar de que en un comienzo su rol dentro de éste se limitaba a entretener al público entre un acto y otro, rápidamente el payaso se gana el cariño y reconocimiento convirtiendose en un elemento indispensable para cualquier circo. Actualmente, debido a la comercialización, existe un aspecto negativo que el circo ha aportado al clown: asociar su figura exclusivamente al universo de los niños, provocando un cierto distanciamiento con los adultos.
También el cine dio un gran impulso al payaso, gracias a él logro popularidad, la imagen de los grandes cómicos (Keaton, Chaplin, Stan Laurel, entre muchos otros) traspasó las fronteras y se conoció mundialmente la capacidad de reflexión del clown sobre la vida, las relaciones, el poder, etc. desde su punto de vista irónico, lúcido y cómico sobre la condición más íntima del ser humano.
El clown debe transmitirnos una imagen global positiva como persona, que nos haga mantener la fe en nosotros mismos, en el ser humano tal como es, con sus virtudes y defectos. En el fondo todo se basa en un juego de identificación del espectador con el clown: "El personaje cómico es a menudo un personaje con el que comenzamos simpatizando materialmente. Quiero decir que por un breve instante nos ponemos en su lugar, adoptamos sus palabras, sus gestos y sus actos, y si nos divierte lo que hay en él de risible, lo invitamos, con la imaginación, a divertirse con nosotros" (Henri Bergson: La risa).
Necesitamos sentir que lo queremos para lograr familiaridad e identificación. De modo que cuando nos identificamos con el clown, reconocemos determinados comportamientos de nuestra vida diaria, y la risa se produce por la sorprendente visión paradógica de lo que conocemos bien, por ese otro punto de vista sobre algún nuevo aspecto de aquellas cosas que creíamos ya sabidas. Cuando reimos porque un clown se desespera al no conseguir algo, lo hacemos porque sabemos que nosotros a veces nos comportamos igual, así que en realidad nos reimos de nosotros mismos y al hacerlo nos sanamos.
La apariencia y comportamiento de los clown tambien forma parte importante del juego de identificación entre espectador y clown. Hay clown que parecen niños, otros que se comportan como adolescentes, otros parecen adultos intentando mantener las formas y algunos reflejan la serenidad y el cansancio físico de la vejez. Son como un espejo del ser humano que nos ayuda a comprender mejor a los demás y a nosotros mismos, a aceptarlos y aceptarnos.
Cuando observamos dos clown interactuar, veremos siempre acciones opuestas. Esta constante lucha de los opuestos es lo que denominaremos "conflicto vital" y constituye otro factor de identificación del espectador con el clown, pues el clown refleja de forma lúdica y sin máscaras todo el humano existencialismo, incluso el de nuestros íntimos pensamientos, con el que nos enfrentamos a los conflictos del mundo. Las parejas de payasos nos muestran la dualidad entre el poder y la sumición; el idealismo y el pragmatismo; la realidad y los sueños; la fuerza y la debilidad; la obligación y la rebeldía.
domingo, 11 de abril de 2010
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